La violencia intrafamiliar puede iniciar de forma verbal y psicológica con el uso de palabras groseras, desvalorizantes, insultos o gritos que demuestran menosprecio y subvaloración, pero también puede haber violencia física como: empujones, pellizcos, cachetadas y golpes. 

La violencia intrafamiliar también puede ser económica. El manejo del dinero para sostener un hogar puede ser una responsabilidad de varias personas o de una sola, según los acuerdos que se hagan en pareja; sin embargo, se debe tener presente que la violencia también se manifiesta cuando la pareja controla de manera abusiva el dinero común. Por ejemplo, si no entrega el dinero suficiente para los gastos del hogar, si utiliza para él o para ella todo o casi todo el dinero disponible, el cual se debería emplear en los gastos de la casa, o si controla el dinero que gana la pareja. 

Otra forma en la que se manifiesta la violencia intrafamiliar es la violencia patrimonial. Este tipo de violencia se da cuando en la pareja una persona le quita a la otra los documentos de identidad, los instrumentos de trabajo o le prohíbe trabajar o usar alguna prenda de vestir o una pertenencia con el objetivo de controlar y evitar que salga de la casa o le impide el libre desarrollo de la personalidad. Aunque en ocasiones este comportamiento se entiende como una forma de cuidado o preocupación, en realidad es una forma de control sobre la vida de la otra persona. 

La violencia intrafamiliar también se puede ver en presiones, manipulaciones, chantajes o en el uso de la fuerza para tener relaciones sexuales sin consentimiento. Aunque sea con la pareja, esto también es violencia sexual.